Tuve la gran suerte de elegir este hotel para pasar 13 días y recorrer La Provence francesa. Está ubicado al comienzo del "village" llamado Moissac-Bellevue, que es una verdadera joyita. El pueblo es precioso, pequeño, inserto en medio de una naturaleza maravillosa; se recorre en pocos minutos, a menos que se prefiera pasar un tiempo deleitándose con cada rincón, con cada callecita estrecha, con las flores, cipreses, retamos y centenas de árboles que se encuentran por doquier. Se ha agrandado este pueblo con grandes villas cuyas construcciones, como es habitual en Francia, respetan el estilo típico de la zona en que se implanta. El hotel así lo ha hecho, es ya parte del paisaje y se siente quietud y bienestar desde el ingreso. El interior es bellísimo, los diversos salones y espacios están alhajados con elegancia y muy buen gusto. Es posible servirse desde el desayuno hasta la cena en tres diferentes lugares, dependiendo del clima : comedor, veranda y terraza al aire libre, bajo los olivos. Son todos muy bellos y el servicio realmente espectacular, dirigido por un "maître d'hôtel" muy profesional, cortés y a la vez amable y simpático. Los garçones (varones y damas) cumplen su labor a la perfección y con entusiasmo. En recepción, las personas se turnan a menudo, siendo todas muy gentiles. El desayuno, tipo buffet, es suficientemente variado y delicioso ; también es posible pedirlo a la habitación y en ese caso es continental; el almuerzo está disponible desde el mediodía y cada día se agrega a los platos que la carta ofrece, un menu que se puede comer durante el resto de la tarde, en cualquier horario. Personalmente, tomaba desayuno bastante abundante y no hacía una nueva comida importante hasta la cena. El menu a la carta tiene múltiples ofertas; cada plato parece preparado como para una gala, tanto en sabor como en presentación. Los vinos y el champagne están a la altura de este gran nivel gastronómico. Los postres son maravillosos. Los precios están acorde a la calidad. Como mi estadía fue de varios días, el personal trató siempre de brindarme atenciones que me hiceron sentir cómoda, como si fuese una clienta especial, auqnue no dudo que debe haber sido lo mismo para los demás pasajeros . Al restaurant viene a menudo bastante gente de los alrededores, ya que su excelencia tiene fama. Pude disfrutar de masajes realizados por una profesional y también los que dispensa un sillón casi mágico instalado en uno de los salones. Mi habitación tenía una terraza individual y muy privada, donde me instalaba a leer escuchando sólo el silencio y el canto de los pájaros y respirando el aire campestre. La pieza era confortable, sencilla, suficiente; el baño con una especial belleza. No había surtido de "amenities", pero sí abundancia de toallas, siempre limpias. Hay una gran piscina, los jardines y parques que rodean al hotel están muy bien cuidados. En este momento está catalogado con 3 estrellas, pero subirá a 4 próximamente, según me lo dijeron. Se lo merece con creces.