Hace años me hospedé en este hotel y lo volví a hacer hace pocos días, y parece que no se preocuparan por mantenerlo. Las habitaciones son cómodas, lo normal para la categoría, pero los vidrios de las ventanas parecen jamás haber sido lavados, cosa que arruina la vista a la costa que limita con Hong Kong; y tampoco se puede abrir una ventana, ni un poco. En cuanto al baño, tiene paredes que parecen de papel, se escuchan las conversaciones del dormitorio contiguo como si estuvieran en la misma habitación. El duchero pierde mucho por la canilla de abajo, de todas formas la presión es buena. El hotel está a unos 100 metros de la frontera con Hong Kong, del tren y del subte. En ubicación es bueno. El precio está bien. El desayuno occidental es genial, tenedor libre con muchísima variedad.