Viajamos dos adultos y un niño de 3 años. Mal servicio de habitaciones, a partir de las 7:00 picaban a la puerta cada 15 mins para entrar a limpiar, a pesar que habíamos puesto cartel de no molestar. En general estaba limpio, aunque las pelusas de debajo de la cama eran del tamaño de un gato. Habitación muy calurosa, aunque apagues la calefacción, no baja de 25º y un ambiente muy seco. Si dejas la habitación ventilando cuando sales, al volver te lo encuentras todo cerrado y con la calefacción puesta. La cama de matrimonio está bien, pero la supletoria (sofa-cama) es una tabla de madera extremadamente incómoda y las almohadas son del tamaño y dureza de un libro. Hay un campanario cerca, por lo que se escucha repicar campanas cada 15 mins, todos los dias. Y lo peor es la luz del lavabo; es automática y muy potente, cada vez que entras se enciende iluminando toda la estancia y no se apaga hasta 10 mins después de cerrar la puerta, que es de cristal (SI, CRISTAL), así que si alguien se levanta al lavabo por la noche, todo el mundo despierto. Lo bueno...está bien comunicado y WI-FI gratis.