Por poner una pega, el ascensor es lento. El hotel está magnfíciamente ubicado, frente a una playa increible, con unas puestas de sol de lujo, a 20 minutos andando del intramuros, con un buen parking. El restaurante es muy codiciado por la gente de la ciudad, y se usa como terraza frente al mar (casi dentro) Entre el personal, encontramos un español, Enrique o Eric allí, que se volcó con nosotros y nos hizo la estancia especialmente agradable. Repetiríamos sin duda.